domingo, 29 de noviembre de 2009

GUS Y JACK DELANTE DE “LAS MENINAS”

(" Príncipe impostor" Pintura de Domingo Barreres)

Aprovechando el último resplandor anaranjado y luminoso de la tarde que se filtra por los amplios ventanales del célebre museo, Gus y Jack salen de su escondite de detrás de las tablas del zócalo que bordean la estancia de la exposición. Corretean con la impunidad que les da el saberse solos. Se paran firmemente delante del cuadro de la familia del Rey Felipe IV. Contemplan los miriñaques de las damitas y la mirada impasible del inmortalizado mastín que situado en primer lugar es parte de la puesta en escena del grupo.
De pronto, algo les llama la atención…
Jack, ¿te has fijado?—dice,Gus.
Sí, es una nueva situación—contesta, Jack.
Creo que, nos hemos equivocado de plano—añade, Gus.
Es todo ¡tan diferente!. Hace un tiempo ya, mi abuela me comentó, que: “avanzarían tanto las cosas que en alguna ocasión venidera podríamos estar en los diferentes planos del ente”, en este caso podría ser el del pintor—argumentó Jack.
¡Eso debe suceder! Estaremos ante la perspectiva interior del autor, ante lo que, en realidad quiso plasmar: La infanta Margarita está trucada por el príncipe Baltasar Carlos, en cueros, o quizás, por Carlos II, el Hechizado—anotó Gus.
¡Es cierto!—exclamó Jack.
Se alejan un poco más del cuadro, dentro aún del campo visual y continúan…
Oye, tampoco están los dos cuadros que estaban en la parte superior. Los que Velázquez realizó denunciando los castigos a la obediencia real incumplida. En su lugar aparece un numeroso grupo de murciélagos que podrían connotar el oscurantismo de esa época—enumeró Gus.
¡También es verdad! —volvió a reconocer Jack.
Se sienten un poco aturdidos por la visualización efectuada y por el cambio de la acostumbrada instantánea.
Se relajan y todavía observan otra alteración: Hay dos cruces de la Orden de Santiago en un lateral, una de ellas rodeada de espirales.
¿Serán las turbulencias del plano?
La claridad de la sala se iba extinguiendo sólo alentada por los pilotos permanentes de los enchufes de luz.
Sabes qué?—dijo al final Gus, un poco hastiado y medio mareado—Vamos a seguir degustando el trozo de queso que hemos encontrado.
¡Vamos! —concluyó Jack.
Dando así por terminada su disertación espacial y filosófica sobre el cuadro.
María Luisa Munuera

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