jueves, 12 de febrero de 2009

RELATO CORTO

Los pasos de Manuel eran inseguros. Caminaba mirando al suelo ignorando su alrededor. Se sabía observado por muchos pares de ojos expectantes. Al pasar por mi lado, lanzó una mirada de súplica a la que yo no podía responder. Siguió, algo encorvado, hasta que llegó al punto donde le esperaban tres personas y un sacerdote.
Ya estaba cerca el final. Su cuello se movía hacia los lados, incómodo por el nudo que apretaba su garganta. Un momento antes de que el cura se dirigiera a él, lanzó una última mirada pidiendo ayuda hacia donde estábamos sus amigos más cercanos, poco podíamos hacer por él. Y entonces ocurrió el milagro.
Cuando el religioso terminó sus frases de rigor, Manolo se puso rígido, levantó su cabeza y mirando a la persona que tenía a su lado gritó: ¡¡¡QUE NO ME CASO, COÑO!!!
Miguel Vázquez Mesa