martes, 23 de noviembre de 2010

EL DESTINO SE LLAMA PEDRO

Hacia unos minutos que Juan había entrado en el bar “El SaleroSO”, se sentó en una mesa y espero a que viniera Pedro, aquel amigo de la infancia.

Estaba nervioso, deseando que el tiempo pasara y llegara el momento de encontrarse, ¿le reconocería?; la verdad es que había pensado muchas veces en él pero no coincidieron, y de pronto recibe una llamada, Pedro quiere verle, a Juan le da un vuelco el corazón, también quiere verle.

La cita era ese día a las 5. Se llevó la taza de café a los labios cuando notó que algo rozaba su espalda, dejó la taza en el plato y se volvió, por unos minutos se miraron sin saber qué hacer hasta que Juan se levantó y se abrazaron efusivamente.

Al separarse pronunciaron las mismas palabras: balón- planta y acción. Se sentaron, Pedro pidió un cortado y comenzó a hablar.

—No estuvo mal el castigo, gracias a él hice la carrera de biología y jardinería.

Juan sonrió asombrado —Yo también estudié lo mismo.¿Podríamos montar algo juntos, parece que el destino nos vuelve a unir?

—Desde el primer día que te vi. en aquel colegio, sentí algo dentro de mí.. Con los años he sabido que te quería, te he buscado y aquí estoy.

Se hizo un largo silencio, lo rompió Juan diciendo palabras entrecortadas.

—Me has dejado algo perplejo, veo en tus ojos el amor y me gusta, no sé si sabré corresponderte, pero algo me dice que quiero intentarlo.

Las horas se escaparon

sin que se dieran cuenta,

las luces del bar a medio gas.

Le dieron a la cita un encanto otoñal.

Las manos de Juan y Pedro

se acercaban temblorosas,

al rozarse, una energía los envolvió.

La sonrisa se enamoró de sus labios,

el corazón advirtió,

—estos amores son dolorosos.

Nos atrevemos dijeron al unísono.

Y ya lo creo que se atrevieron.

Araceli Banyuls

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