lunes, 11 de abril de 2011

LAS HEROÍNAS

Erase una vez el día perfecto, para hacer que la mujer se sienta orgullosa y que se reconozca públicamente su gran labor en la sociedad.

Hoy es el día perfecto para hacerle un homenaje al trabajo callado y abnegado que realiza, no solo en lo profesional, sino como madre amorosa al cuidado de los hijos.

Valga como ejemplo lo que vi y viví en mi primer viaje a África cuando fui a visitar a mi hija en Malawi.

Vi lo dura que resulta la vida cotidiana de esas abnegadas mujeres. Todo lo hacen sencillo y sin queja alguna. Son mujeres amables de mirada bondadosa, que se reparten entre el cuidado de sus hijos y el trabajoso ejercicio de recoger el agua, a veces inaccesible a mucha distancia de su choza, llevando colgado en su espalda a su pequeño. Lo hacen, calladas, sin quejas, y con la sonrisa siempre en sus labios, luciendo su atuendo tradicional sintiéndose orgullosas de su trabajo.

Cultivan con paciencia la tierra en perfecta comunión con ella. Cuidan con dedicación a sus pocos animales. Hacen queso con su leche y algunas, incluso hacen hermosos tejidos con su lana. Cocinan exquisiteces sencillas y bien condimentadas, listas para ser vendidas. Recorren largos y angostos caminos y sendas desde sus precarias chozas, hasta llegar a los mercadillos callejeros cargadas con sus hijos a la espalda y 40 kilos en la cabeza. Lo hacen montaña abajo y luego vuelta a casa, a veces con media cesta por vender.

Todos los días montan su puesto callejero, ordenado, armonioso, tentador y colorido, envolviéndolo con sus sueños y esperanzas.

Creo que en ellas se resume el esfuerzo cotidiano de muchas mujeres. Y quiero darles a ellas y a tantas otras, las gracias por tan bello ejemplo de lucha en la vida. Estas son para mí las verdaderas heroínas, que como siempre, ayudan a los desfavorecidos.

Ricardo Roca

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