Esta noche es noche, es la noche mágica, noche de Reyes. La magia de esta noche reside principalmente en la mirada de los pequeños en busca de una ilusión, y es la profundidad de esos ojos juguetones que envuelve y quema nuestro mundo que parecía gastado y feo.
Sí, ¿por qué no es la navidad nacer de nuevo y cargar de poesía lo obvio, lo sencillo, lo que no ven nuestras miradas que envejecen? Una mirada a esos ojos tan abiertos y transparentes nos encandila y te das cuenta que debemos impedir a toda costa que la rutina y la costumbre se adhieran como piel gastada, como pátina gris a la vida, acumulando resentimiento y tedio sobre cada día regalado.
Nuestro objetivo final debe ser que nuestros ojos brillen de asombro hasta el final y que incluso la muerte se sorprenda de esa mirada, con la que sale a recibir a sus Reyes el niño sabio e inocente que no da nada por hecho.
Sí, ¿por qué no es la navidad nacer de nuevo y cargar de poesía lo obvio, lo sencillo, lo que no ven nuestras miradas que envejecen? Una mirada a esos ojos tan abiertos y transparentes nos encandila y te das cuenta que debemos impedir a toda costa que la rutina y la costumbre se adhieran como piel gastada, como pátina gris a la vida, acumulando resentimiento y tedio sobre cada día regalado.
Nuestro objetivo final debe ser que nuestros ojos brillen de asombro hasta el final y que incluso la muerte se sorprenda de esa mirada, con la que sale a recibir a sus Reyes el niño sabio e inocente que no da nada por hecho.
Iván Parra Ampuero
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