Escuchando tu música mi mente empieza a volar por mares espaciales, calles de ayer, pasos que se hunden en mi vida pasada, pero con el equipaje de las horas presentes.
Me dejo llevar y la melodía me conduce aceleradamente a un tiempo invadido por un concierto de amor. El espacio me absorbe y las aguas me muestran un pentagrama aún abierto.
El sol, la luna, el paisaje y yo nos confabulamos para establecer con el horizonte una hermosa clemencia. Una calle entra sin permiso en mi casa, unas ventanas se abren para adivinar qué piensa la tarde y aceptamos el juego de antiguas pisadas, establecemos una tregua con el recuerdo y me lleno de una alegre sensación de caminos.
Me dejo llevar y la melodía me conduce aceleradamente a un tiempo invadido por un concierto de amor. El espacio me absorbe y las aguas me muestran un pentagrama aún abierto.
El sol, la luna, el paisaje y yo nos confabulamos para establecer con el horizonte una hermosa clemencia. Una calle entra sin permiso en mi casa, unas ventanas se abren para adivinar qué piensa la tarde y aceptamos el juego de antiguas pisadas, establecemos una tregua con el recuerdo y me lleno de una alegre sensación de caminos.
Iván Parra Ampuero
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