domingo, 8 de enero de 2012

LA MANCHA

Con treinta grados y oxinet será suficientes.

La descuelgo del armario, me la pongo, para mi desgracia ahí sigue. ¡No puede ser!, otra vez al cesto.

Esta vez la froto como recomienda el fabricante de oxinet, no hay mancha que se le resista y más a sesenta grados. De esta sale.

Hoy luzco mi mejor camisa, y ….¡no!, ahí sigue. Si no fuera porque pensarás que estoy loco, te diría que me ha sonreído. Algo ha cambiado. La primera vez era color tomate frito. Ahora es como de chocolate. A la lavadora. Doble ración de oxinet, sesenta grados y programa anti-manchas. Seguro que sale.

Es la cuarta vez que la saco de la lavadora. Su color es negro azabache y ya es seguro, se ríe. Se ríe de mí, del oxinet, de los sesenta grados, del programa anti-manchas, del cepillo de dientes que gasto para frotarla, se ríe. He tomado una decisión drástica: o ella o yo. No salgo hasta que se vaya.

Se agotó la caja de oxinet, el cepillo está sin cerdas, la lavadora quemada, no hay camisa. ¡Ella sigue ahí!, ¡me esfuerzo por quitarla! No se va. Se ríe cuando la miro. Se ríe cuando me pasan la corbata por el cuello. Se ríe cuando el Cura me dice “ego te absolvo.....” Se ríe cuando oigo el cloc. Se ríe. Es negra, negra como la oscuridad que me envuelve, que me ahoga. Solamente ahora, con mi muerte, comprendo que las manchas de sangre inocente sólo se limpian con el perdón.

José Manuel Castellá Almiñana

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